Las ruinas de Gorlan by John Flanagan

Las ruinas de Gorlan by John Flanagan

autor:John Flanagan [Flanagan, John]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2004-10-31T16:00:00+00:00


Cabalgaron despacio a la luz que se desvanecía, inclinándose a los lados en sus sillas para seguir el rastro del jabalí.

No tuvieron ningún problema para hacerlo. El enorme cuerpo había dibujado un profundo surco en la espesa capa de nieve. Incluso sin ella, pensó Will, habría sido fácil. Era obvio que el jabalí estaba de muy mal humor. Había arañado los troncos y los arbustos de alrededor con los colmillos al pasar, trazando un claro sendero de destrucción a través del bosque.

—¿Halt? —Probó a decir una vez se adentraron aproximadamente un kilómetro en la densa arboleda.

—¿Mmm? —dijo Halt, un poco distraído.

—¿Por qué molestar al barón? ¿No podríamos sencillamente matar nosotros al jabalí con nuestros arcos?

Halt negó con la cabeza.

—Es grande, Will. Puedes ver el tamaño del rastro que ha dejado. Podríamos necesitar media docena de flechas para matarlo, e incluso entonces, llevaría su tiempo que muriese. Con una bestia como ésta, es mejor asegurarse.

—¿Cómo lo hacemos?

Halt elevó la mirada un instante.

—Supongo que nunca has visto la cacería de un jabalí, ¿no?

Will negó con la cabeza. Halt se detuvo unos pocos segundos para explicárselo y Will condujo a Tirón hasta pararse a su lado.

—Bueno, en primer lugar —dijo el montaraz—, necesitamos perros. Ésa es otra razón por la que no podemos acabar con él con nuestros arcos. Cuando lo encontremos, muy probablemente se habrá escondido en un matorral o entre densos arbustos donde no lo podamos atrapar. Los perros le harán salir y tendremos un cerco de hombres alrededor de la madriguera con picas para matar jabalíes.

—¿Y se las lanzan? —preguntó Will. Halt negó con la cabeza.

—No, si tienen dos dedos de frente —dijo—. La pica de jabalí tiene más de dos metros de largo, una hoja de doble filo y una cruceta tras la hoja. La idea es que el jabalí cargue contra el picador.

Will miró dubitativo.

—Eso suena peligroso.

El montaraz asintió.

—Lo es. Pero al barón y a sir Rodney y a los demás caballeros les encanta. Por nada del mundo se perderían la caza de un jabalí.

—¿Y tú? —preguntó Will—. ¿Llevarás una pica de jabalí?

Halt negó con la cabeza.

—Estaré aquí montado sobre Abelard —dijo—. Y tú sobre Tirón, por si acaso el jabalí rompe el cerco a su alrededor. O por si únicamente se alcanza a herirle y huye.

—¿Y qué haremos si pasa eso? —preguntó Will.

—Lo agotaremos antes de que pueda volver a esconderse —dijo Halt con seriedad— y, entonces, lo mataremos con nuestros arcos.



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